Niños sin móvil, pero felices. ¿es posible?

Como educador es una pregunta que me hacen muchas familias porque no saben cómo actuar frente a la imposición de dispositivos inteligentes, como teléfonos y tabletas, por parte de sus retoños. En el siguiente post intentaré dar unas pautas para conseguir un equilibrio en todo esto.

Por qué os voy a contar que el uso inapropiado de estas máquinas en los menores ocasiona obesidad, agresividad, enfermedades mentales, adicción, radiaciones, dificultad de conciliar el sueño y un largo etc.… cuando os puedo ayudar, con cuatro pequeños pasos, a dinamizar la vida sociocultural con vuestros hijos para que esto no ocurra.

PRIMER PASO: Restringir el uso de nuestros dispositivos electrónicos delante de nuestros hijos. Sabemos que el proceso de aprendizaje de un niño se basa en la repetición de conductas y  la mala utilización de estas herramientas del siglo XXI tiene como resultado un débil desarrollo emocional en nuestros pequeños. Mucho cuidado con esto.

SEGUNDO PASO: Fomentar un ocio educativo en el entorno familiar. Siendo consciente del poco tiempo que pasamos con los pequeños de la casa, tenemos que obligarnos a dejar la parte paternal o maternal de lado, y así, adentrarnos en el papel de educadores. La manera más efectiva para desarrollar esta tarea es recuperar al niño que llevamos dentro, “encarcelado” en el estadio de adultez, para volver a jugar, cantar, bailar, dibujar, soñar y dejar volar nuestra imaginación con nuestros descendientes. Tiene resultados afectivos muy potentes.

TERCER PASO: Socializar de manera constructiva. No es lo mismo afrontar un reto tan importante en soledad que con el apoyo de la comunidad. Si os rodeáis de personas “enchufadas” permanentemente que han normalizado esta conducta. Se hace necesario desenchufarnos de ellos para conectarnos con otras comunidades afines a nuestros principios pedagógicos.

CUARTO PASO: Cuidar los chantajes emocionales en fechas señaladas. Cuando os piden como regalo estrella, para su quinto  cumpleaños, una tableta. En un principio quedaréis sorprendidos, pero si no sois lo suficientemente fuertes podréis caer en la trampa de ceder ante su cara ilusionada y correr a comprar la dichosa tableta. Conseguir que vuestro hijo comprenda que no tiene edad para ese tipo de distracciones se hace muy difícil. Y alguno pensaréis: “¡Ah!, ya… que las tabletas solo sirven para jugar porque son los juguetes digitales acordes a la nueva era. Bien, pues seguir leyendo y os sorprenderéis. La velocidad de trabajo  neuronal que requiere una tableta para su uso no es equivalente a la capacidad cognitiva de vuestro hijo. En otras palabras, le supera. Su cerebro se acelera ocasionando, en algunos casos déficit de atención y pérdida de concentración y memoria.

Lo mismo ocurre cuando cumple diez años y os pide un teléfono inteligente. Dialogar y enseñarles otras metodologías de hacer las cosas, otras maneras de comunicación y, sobre todo, lo que puede ocurrir si dejamos que tomen las riendas de un mundo digital que aún no están preparados para entender y gestionar.

Los padres y las madres tenemos la responsabilidad y disfrute de nuestras propias acciones presentes y las futuras de nuestros hijos. Si ponéis en práctica de manera consciente y paciente estos cuatro pasos, podréis conseguir mejorar vuestra realidad familiar.

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